jueves

El Primogenito



La noche se sentía un tanto incómoda, incluso en la acostumbrada soledad del campo aquel. Un granja, animales, árboles frutales, madre e hijo. La cena ya se había servido, pero se enfriaba ante la ya aún más fría mirada de ambos, sentados, en silencio.

No había aire puro, no había intenciones santas.

Aquiles miraba de reojo a Mirna. La misma Muerte se sentiría incómoda ante tal escena; una relación sepulcral, que venía arruinándose desde hace un tiempo hasta aquí.